Reflexión Unidad Didáctica 3
Existe ese popular dicho entre los profesionales del mundo de la educación que dice que el aula es el tercer educador. Siendo la familia y los profesores el primer y segundo educador respectivamente. Y pienso que esta sabiduría que contienen los dichos, refranes y chascarrillos mantiene toda su vigencia en este caso.
Me vienen a la memoria varias escenas de la película “Dead Poets Society” (en español “El club de los poetas muertos”) del año 1989 dirigida por Peter Weir, con guion de Tom Schulman y protagonizada por el llorado y por mí, muy admirado Robin Williams.
Primera escena: cuando el profesor Keating anima a los alumnos a subirse a los pupitres y observar lo que ven desde allí y cómo les cambia la perspectiva. Pasan de estar de una posición pasiva y de consumidores del ‘conocimiento’ a ser críticos y tener una visión más de conjunto de las cosas y ser creadores del ‘conocimiento’. Lo veo como un guiño a ser cada uno dueño de su proceso de aprendizaje (alumno); y pasando de profesor lector a profesor facilitador (maestro).
Segunda escena: cuando el Profesor se lleva a los alumnos al patio y dentro de un cuadrado imaginario en el suelo les anima a que cada cual camine como le venga en gana. Unos van dando saltos, otros dan zancadas, otros caminan de lado, otros hacia atrás, otros a pasos cortos y reflexivos, etc. Es una alegoría al ritmo de aprendizaje y a adaptar los tiempos a cada usuario. Es una escena genial, en que el Director observa circunspecto desde la ventana de su despacho.
Tercera escena: cuando el Sr. Keating en lugar de seguir el guión preestablecido por la institución académica, aferrándose al libro de texto, anima a los alumnos a arrancas las páginas de sus manuales y hacer con ellas aviones de papel o bolas de papel y empezar una guerra entre ellos. Es otra imagen a romper con lo preconcebido y saber innovar.
Si tenemos presentes estas tres imágenes de esta película de culto para mí y para tantos, podemos correlacionar muchas situaciones y alusiones a lo visto en esta Unidad Didáctica. Así pues, yendo a un nivel más profundo de extracción de conclusiones me quedo con los siguientes conceptos:
THP y THA, -Tiempo de Habla del Profesor- y –Tiempo de Habla del Alumno- ello relacionado con las ratios de alumnos y el clima necesario para que la clase de lenguas se desenvuelva de una manera satisfactoria para todos. También pienso que el profesor va desarrollando esa especie de sexto sentido en que va siendo cada vez más capaz de modular y dar espacios para que sus estudiantes puedan ir aportando sus talentos en el aula y armonizarlos con el resto de compañeros de clase.
En este sentido, la gestión del silencio me parece algo genial y que yo, a mí mismo debo aplicármelo. Aquí engarzo con un capítulo de la exitosa serie de TV3 “Merlí” en que el Profesor de Filosofía se lleva a los estudiantes a la cocina (cambio del espacio del aula) y cuenta la historia de la ‘vaquita’, y deja tiempo para que los alumnos reflexionen y se crea una situación –tensa- o –violenta- al dejar quizá ‘más tiempo’ del que estamos acostumbrados para pensar una respuesta. Y es muy curioso cómo, si no respondemos rápido a modo de metralleta, podemos dar la impresión de tontos, lentos, cortos… cuando quizá lo más sensato precisamente es estar callado y pensar. E incluso si no se sabe la respuesta meditarla, consultarla y decir nuestro parecer en otro momento. En palabras de Groucho Marx “Más vale estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente”. Y por supuesto, la cita de Edward T. Hall (1959) que aparece en la Unidad Didáctica –La concepción y el uso del tiempo que hace el ser humano durante la comunicación y en prácticas de interacción social. Su estudio constituye parte importante de la comunicación no verbal y depende principalmente de la cultura de origen del individuo- en relación a la cronémica (término por mí totalmente desconocido hasta ahora). Efectivamente, que el profesor marque los tiempos e incluso que delegue responsabilidades puede ser muy beneficioso para el buen funcionamiento del aula.
Los conceptos de próxemica y quinésica sí que me son más familiares pues en otros campos de estudio que he realizado se ha debatido sobre ellos. Y pienso que es harto interesante el punto de vista que se nos ofrece sobre el contacto físico con los alumnos. Efectivamente, pienso que debemos ser especialmente cuidadosos y no dar pie a malos entendidos ni a que nadie se sienta invadido en su espacio vital. Pero sí, que una aclaración sobre la cultura hispana y latina puede ser muy provechosa, pues nosotros somos muy de dar abrazos, saludar con dos besos, o una muestra de cercanía al posar la mano en el hombro o coger a alguien por el codo, etc. (pero claro, en culturas más frías o sencillamente, distintas, eso puede ser motivo de escándalo o cuanto menos de extrañeza). También pienso que es bueno que los alumnos aprendan estos rasgos culturales nuestros, para que sí viajan a países hispanohablantes no les resulten chocante estos usos y convenciones sociales nuestras.
También a lo largo de la unidad se nos ha animado a reflexionar sobre cómo eran nuestros entornos de enseñanza en la niñez y compararlos con la actualidad. O ir haciendo una revisión mental, si se está en activo en el mundo de la enseñanza, de cómo siendo profesores nos hemos ido adaptando a los cambios en los modelos de enseñanza. En mi caso concreto me he movido, por suerte o por desgracia, en ambientes educativos formales, más proclives a lo riguroso y amantes de lo formal, que a un estilo más libre y creativo de educación. Pienso que, para ciertas materias puede estar bien el tipo de instrucción que recibí. No obstante, soy bastante crítico en universalizar un estilo “riguroso” a todos los campos y disciplinas docentes. Desde luego, me encantaría haber probado un modelo educativo de aula compleja, donde se hubieran interconectado el saber, el saber hacer y el saber ser. Es más, si en un futuro tengo hijos me tomaré muy en serio de poder llevarlos a un centro educativo con estas características, si mis posibilidades me lo permiten.
Otra actividad que me gustó mucho y en la que no escatimé ni en tiempo, ni en esfuerzo fue en rediseñar mi aula de aprendizaje. O en este caso, fue el Aula de ELE, que lo conecto con los distintos modos de organizar el mobiliario y los distintos elementos que conforman la clase (TV, pantalla, sillas, PC, etc.) Y creé el “Club ELE” del que también subo aquí el boceto del diseño. Me encantaría poder ir a aprender “una lengua”, a tocar “un instrumento”, a recibir clases de “baile”, etc., en fin, a desarrollarme como persona, en un espacio con concepto de “club social”. Cada vez soy más consciente de mis déficits de atención y del poco rato que puedo estar concentrado de verdad en una tarea en concreto. Y un espacio multidisciplinar y multimodal, con distintos recursos, disposiciones del espacio, iluminación, tonalidades de color de las paredes, diseño de los espacios, zonas acogedoras y que huyan de lo aséptico e impersonal del mundo hospitalario, sentirme como en casa para mí, sería la forma ideal para desenvolverme en los campos del saber (y no sólo intelectual, sino también físico o manual, como por ejemplo: aprender una lengua cocinando, bailando, representando una obra de teatro, viendo el Barça-Madrid tomando unas cervezas con los compañeros de clase en el mueble bar del aula, asistiendo a una cata de vinos, etc.) y también por supuesto teniendo a disposición a un profesor competente, con las habilidades docentes y sociales adecuadas para saber generar esas sinergias de “buen rollo” en clase. Y claro está, habrá que cumplir con los objetivos fijados. Ser cercano no significa ser colega que todo lo disculpa o pasa por alto, sino que no ejerce su rol de “poli malo” pero, que quién necesite más tiempo de aprendizaje, o no se haya tomado en serio los hitos de conocimiento fijados, no podrá obtener la acreditación académica que esperaba hasta que cumpla con los mismos.
En fin, hasta aquí os dejo mis reflexiones sobre esta Unidad 3 con la que he disfrutado mucho.

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